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domingo, 26 de diciembre de 2010

Los jilgueros



El estío está en todo su apogeo y las altas temperaturas ambientales recorren el territorio peninsular de norte a sur y de este a oeste. Si el pasado año unos verderones anidaban en un rosal del jardín, este año comenzaron su construcción en el mismo lugar una pareja de jilgueros. No se por qué lo aborrecieron cuando estaba a medio construir. ¡Desilusión!, desaparecida cuando pude observar días después las idas y venidas de otra parejita de aves, que comenzaban a construir su nido en el extremo de una rama del manzano. La puesta fueron tres huevecillos, los jilgueros pueden poner hasta 6, que la hembra incuba durante 12 días. En este caso logró sacar adelante tres polluelos, que volaron del nido a los 12-14 días; ocurrió en los últimos días de mayo, y sin que llegara a observar como fue la salida del nido por causas ajenas a mi voluntad.



Como los jilgueros nidifican dos e incluso hasta una tercera vez, esta en el mes de agosto, observo a finales de junio como estas canoras y coloristas aves, vuelven a revolotear en un ir y venir incesante, un entrar y salir en el mismo árbol del anterior nido. ¿Qué hacían? ¿Repetían nidada? o era otra pareja la que comenzaba a construir su nido, en rama opuesta a la anterior. Observo con atención en el ramaje hasta dar con lo que buscaba, están trabajando en su pequeña gran obra maestra, el nido; en su pico traen pajitas, pequeños líquenes y algo de lana. Será confortable, bien mimetizado entre el ramaje y hojas, y oculto para los posibles depredadores. Como están en plena tarea no conviene atosigarles curioseando demasiado; les dejo a su aire y siguen entrando, saliendo y laborando sin descanso.

Han transcurrido unos días y la construcción está terminada. La hembra ha debido ya hacer la puesta, pues empieza a permanecer más tiempo encamada en el nido. Para ver lo que "guarda", aprovecho una de las poquísimas salidas que realiza atisbo el interior del nido ayudado de una escalera. Veo y fotografío, los cuatro huevecillos ligeramente morenos y moteados. La jilguera está por lo tanto, en pleno ciclo de incubación. Tengo costumbre de pasar muchos ratos en la terraza del jardín observando el entorno que me rodea; el pequeño pajarillo se ha ido acostumbrando a mi presencia. Así, me permite que me acerque a su "tesoro" a distancia tan corta que casi podría tocarla con mi mano. Es un ejemplo, ya que ni se me ocurre hacer tal cosa. Ella permanece curiosa y muy atenta a mis movimientos de observación, sin dejar de transmitir el calor de su cuerpecillo a unos huevos de los que saldrán cumplido el ciclo de incubación (12-14 días), los polluelos que macho y hembra cebarán conjuntamente.

El jilguero europeo, Carduelis carduelis, de la familia de los fringílidos, poseen la cara de un color rojo intenso, el dorso es castaño, la rabadilla y la coronilla son blancas, las


alas negras con algo de blanco y una franja en el centro amarilla y la cola negra con toques blancos. Su vida la hacen en campo abierto donde se alimentan muy principalmente de semillas, preferentemente de cardo, por las que sienten especial predilección. Es frecuente verlos picotear en lo alto de la flor del cardo y, con singular maestría de su fuerte pico, extraer esta semilla que tanto les gusta. Hace unos años el jilguero estuvo a punto de desaparecer debido a la gran demanda como ave de jaula. Sus dulces gorgoritos, los machos son mejor cantores que las hembras, consiguen melodías de notas suaves que alternan con largos, fuertes y vigorosos trinos lo que unido a su llamativo colorido hizo que fueran muy estimados por los amantes de las aves. Los híbridos, vulgarmente conocidos como "mixtos" son los criados en cautividad entre jilguero-canario. Poseen un potente y hermoso canto. Me viene a la memoria el que poseía mi amigo Pepe; sus trinos eran potentes e interminables. Este avecilla daba la nota cantarina en la vecindad.

Existe una tela de Rafael, una de las primeras de las muchas obras de tema mariano pintadas por este genial artista en 1505, llamada La Virgen del jilguero, (galería de los Uffizi, Florencia), donde se ve a dos tiernos infantes, uno a cada lado de la Virgen, con un jilguero entre sus manos, ante la atenta mirada de la Señora.




¡Albricias!, cuatro polluelos recién salidos del cascarón, han venido a ser nuevos habitantes de este mundo. Se ha cumplido exactamente el periodo de incubación con toda rigurosidad y el nido está animado con la vida de estos cuatro pollitos recién nacidos. Ahora, prácticamente, la jilguera solo les da calor, están prácticamente "en carne viva". El jilguero macho viene, canturrea un poco, como para decir "aquí estoy yo", alimenta a su hembra y rápidamente sale pitando, para volver a regresar otra vez mas con nuevo alimento. experimentando cambios notables en su diminuta anatomía, y como tiernos bebés no hacen otra cosa que comer y dormir, abrigados al calor del cuerpo de su madre.

Pasan los días y la jilguera ha comenzado a salir del nido y deja solas a sus crías. Viene con comida, el macho también la ayuda, porque las exigencias de los retoños, son cada vez mayores. El nido ha comenzado a llenarse en sus bordes, fuera del habitáculo donde moran los pajarillos, de excrementos que con una maestría admirable, (quien no lo ha visto en TV), expelen hacia fuera para no manchar la confortable "habitación".

Ya asoman su cabeza al exterior y miran el contorno que los rodea. Se están familiarizando con su hábitat. En las plumas de las alitas, predomina el color amarillo; su cuerpo ya está casi cubierto de pelo gris lo que hace mimetizarlos y poco visibles a posibles enemigos.

Mi observación tiene que ser lejana, ya que según mis cálculos, muy pronto van a salir volando y no quiero precipitar este último tramo de su vida. Observo a los progenitores ponerse en la punta misma de las ramas mas altas. Se transmiten el uno al otro, un canto monótono, casi hasta aburrido. No emiten trinos, como cuando están tratando de emparejarse. Lo dicho, llega a poner un poco nervioso. ¿Es un aviso para sus polluelos? ¿Les están enseñando a prepararse para el abandono del nido?.


Por fin, las cuatro aves han dado unos cortos vuelos durante la mañana y casi sin darse uno cuenta, tras unos cortos vuelos por las ramas, y siempre acompañadas de sus progenitores incitándoles con sus cantos, y unos vuelos pequeños de un lado a otro, los han hecho emprender el vuelo buscando lejanos horizontes. Se cumplió el ciclo reproductivo y la aventura tocó a su fin. El nido, ya hay dos en el mismo árbol, ha quedado vacío.






Por Arturo Larena Gómez, Texto y fotos
Cerezo de Abajo (Segovia) Julio/Agosto de 2005

Trinan los jilguerillos
en las ramas
y ríen, gozosos,
los árboles agradecidos

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